jueves, 15 de noviembre de 2012

TESTIMONIOS

Historias de reencuentros en Etiopía

Nuestro compañero Getachew Dibaba comparte una preciosa historia de reencuentros desde el campo de refugiados de Boqolmayo, en Etiopía.
Kedeja Adem, de 34 años, llegó a Etiopía con sus cuatros hijas y uno de sus hijos desde Somalia, hace tres años, cuando su país sufría el conflicto que supuso multitud de retos físicos, emocionales y psicológicos para su población. También para Kedeja, que se vio obligada a trasladarse a este campo de refugiados de Boqolmayo. Aunque se encuentra en un lugar mucho más seguro para ella y para sus hijos, no ha dejado de sentir el dolor de haber dejado a sus otros dos hijos en su país, junto a su madre.
“Incluso sintiéndome segura en este campo, estaba muy preocupada de mis dos hijos y de la familia que he dejado en Somalia. No sabía qué hacer para ayudarles”, comenta Kedeja.
Cuando el flujo de refugiados comenzó en julio debido a la sequía extrema y el conflicto que asolaba el país vecino, Kedeja pensó que mucha gente se desplazaría hacia Etiopía, pero nunca creyó que también sus dos hijos tomarían esa decisión. Tampoco estaba segura de cómo personas que se conocían podrían encontrarse en los campos de refugiados, teniendo en cuenta que cada día llegaban más de 1000 personas a Dolo para trasladarse a cada uno de los cuatro campos asentados en esta zona fronteriza entre Somalia y Etiopía.
“Estaba muy triste y solía llorar todos los días”, nos cuenta Kedeja, recordando el tiempo de separación entre ella y sus hijos.
El reencuentro
Hablamos en pasado de la tristeza porque a veces, las cosas cambian. Para Kedeja todo cambió cuando se produjo la reunificación con sus dos hijos, Meslah y Assad, que llegaron a Dolo en agosto y pudieron encontrar a su madre gracias a Save the Children.
“Lloré, lloré mucho pero esta vez era la alegría la que me hacía llorar. Nunca creí que volvería a verles”, cuenta Kedeja. “Agradezco mucho a las personas de Save the Children haber hecho el esfuerzo para ayudarme a reunirme con ellos”.
“Estábamos con nuestra abuela, pero cuando murió no teníamos ningún sitio donde ir”, nos cuenta Meslah. “Siempre tuve la esperanza de que volvería a encontrarme con ella algún día. Cuando llegamos a Dolo, le dijimos a la gente del campo que queríamos encontrar a nuestra madre. Después de unos días nos trajeron al campo de Boqolmayo y encontramos a nuestra madre. Me puse muy contento de verla de nuevo, muy feliz”, insiste Meslah, que tiene ahora 16 años.
“Quiero recibir educación aquí y algún día convertirme en médico”, continúa Mesah.
El programa de protección de Save the Children ayuda a buscar y reunificar en los campos a los niños y niñas que han sido separados de sus familias. También hemos establecido un Comité de Protección en los campos en los que los miembros son los propios refugiados y que no solo se ocupan de ayudar a la reunificación sino que también protegen a los niños y niñas de cualquier peligro.

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