martes, 30 de octubre de 2012

UNA LINDA HISTORIA DE AMOR


Son ustedes los dueños del cocker 

El veterinario de edad avanzada y voz amable subió la ventanilla de vidrio y nos preguntó: son ustedes los dueños del cocker?  "Sí" dije yo con voz nerviosa.
Jacko corrió hacia nosotros, saltó, olió mis piernas y las de M también, nos miró profundamente, lo cargué en mis brazos, le dije "hijo, bebé" como solía decirle siempre. Estaba confundido, agitado, alegre, asustado, todo a la vez. Quería olerme y lamerme al mismo tiempo y yo no me cansaba de acariciarlo.
Luego de 10 minutos estábamos rumbo a casa sentados en el auto, M, Jacko y yo.


Un día de febrero 2011, apróximadamente a las 11:00 am
Un e-mail de mi mamá me pone muy triste y preocupada. Jacko, mi cocker en Lima, será devuelto nuevamente a casa de mi mamá. La familia con la que Jacko vivía piensa mudarse a otro país (esto no era cierto, lo descubrimos después) y van a devolver a Jacko. Si mi mamá no lo acepta, ellos buscarán otra familia para él.
Llamé a M y le dije:
- Acabo de decidir que traeré a Jacko hasta aquí...hasta el otro lado del mundo.
- Ok...hmmm...
- Yo sé que tú eres alérgico a los perros, pero no tengo otra alternativa. He pensado que tal vez aquí en este país será más fácil encontrar un buen hogar para Jacko. Aquí la gente es mucho más respetuosa  con los animales. Lo podemos tener unas semanas con nosotros y luego le buscamos otro hogar. No podemos jugar con tu alergia...
   
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Cuando me mudé al otro lado del mundo, no incluí en mis planes traer a Jacko conmigo. Era muy caro, muy traumático para Jacko viajar en avión tantas horas y además M es alérgico a los perros.
Intenté reubicar a Jacko con 4 familias. Las 4 decidieron devolverlo a casa de mi mamá. La era mía. Cuando Jacko llegó a mi hogar yo sabía muy poco de perros y no supe educarlo bien, se aventaba sobre la mesa cuando comíamos, ladraba sin parar cuando había gente en la casa, lloraba mucho al quedarse solo y los vecinos se quejaban, etc..
A pesar de haberles explicado todo esto a las familias con las que Jacko vivió, ellos insistieron en que sí podían adoptarlo. Sin embargo pocos meses después se arrepentían.
El sentimiento de culpa me torturaba...cómo estaría sintiéndose Jacko? Qué energías percibía al ser rechazado por varias familias? Tener que acostumbrarse a un nuevo hogar y luego ser rechazado por ellos...
El quedarse con mi mamá no era una opción. Ella cuidaba a su hermno enfermo de cáncer. Un perro en la casa sólo complicaba las cosas. Mi única alternativa era ponerlo en un avión y traerlo aquí. Luego de pensarlo mucho y averiguar todos los requerimientos en la embajada, decidimos traerlo. Así fue como Jacko cruzó el océano Atlántico y voló durante 16 horas antes de reencontrarnos.

No fué nada fácil. Tuvimos que esperar un año. El Perú está listado como "país de riesgo" en lo que se refiere a la rabia en los perros y al llegar aquí tendría que ser puesto en cuarentena por 4 meses antes de permitirme llevarlo a casa. Creo que el sólo hecho de volar en avión por tantas horas era lo suficientemente traumático para un perrito como para encima de éso, someterlo a cuarentena.

"Si esperan hasta enero del 2012 el trámite será más fácil. Las leyes serán unificadas con las de la EU y la cuarentena no será necesaria. Podrán llevarlo a casa el mismo día que arribe" nos dijo el oficial de la Oficina de Agricultura.
Jacko vivió entonces con mi mamá hasta que llegó el momento de los exámenes y trámites.
En Octubre del 2011 empezaron las pruebas de sangre, la implantación del chip, la vacuna contra la rabia y otras 4 enfermedades más, la compra de la jaula para el viaje, el boleto aéreo, el embarque por cargo, la agencia de cargo que haría el trámite, etc, etc, etc.
Un trámite muy trabajoso, complicado y caro. "Todo sea por Jacko" me decía a mí misma en medio de todo el proceso. Mi mamá y mi primo me ayudaron en Lima realizando todos los papeleos y yo desde aquí hacía llamadas, mails y enviaba dinero.

Mis compañeros de trabajo no dudaban en tratar de hacerme desistir. "Si quieres tener un perro, no necesitas traértelo de Perú, puedes adoptarlo aquí". Yo siempre respondía: "No se trata de tener un perro, cualquiera que sea, se trata de Jacko, él me necesita, no tiene con quién vivir, yo no puedo abandonarlo a su suerte. Es mi responsabilidad cuidarlo hasta el fin de sus días".

"Amor, he estado pensando... no necesitamos entregar a Jacko a otra familia, podemos tenerlo con nosotros siempre" me dijo M un buen día mientras manejábamos de regreso a casa. Perpleja le dije: "y tu alergia?", "Puedo tomar medicina y podemos probar" me dijo con los ojos más lindos y la sonrisa más linda que he visto en mi vida.

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5:30am suena mi despertador. M y yo nos turnamos, un día él un día yo. Hoy me toca a mí por lo tanto M puede dormir hasta las 6:15am.
Miro hacia mi lado de la cama, abajo en su propia cama se ve una bola enroscada de pelos color marrón. Cuando digo su nombre levanta una oreja. Para él es igual de fastidioso levantarse temprano porque a él, al igual que a sus dueños, le encanta dormir hasta tarde.
Luego de alistarme digo susurrando: "Jacko, vamos?". Se levanta de un salto y camina rapidito hasta la puerta. Se sienta y levanta la nariz como pidiendo que le ponga la correa.
Hace frío. El otoño ha empezado aquí y por la noche la temperatura baja tanto que se forma una pequeña capa de hielo en el gras que luego se derrite en el día.  Jacko nunca ha experimentado esto. El clima es distinto al de Lima. Caminamos 25 minutos más o menos. Él va oliendo las plantas y yo sigo sin poder creer que por fin lo tengo conmigo.

Un nuevo día empieza. Espero con ansias que empiece a nevar en invierno. Será una experiencia totalmente nueva para Jacko. Dicen que a todos los perros les gusta la nieve así que esperamos poder verlo darse vueltas en el jardín cubierto de nieve.
No, no me arrepiento. Este pedacito de vida de color marrón, cubierto de pelos, de orejas largas y nariz fría se robó mi corazón desde el día que nos conocimos.
Camina a mi lado con paso calmado y pienso que este instante es uno de ésos que se recuerdan siempre, uno de ésos al que llaman felicidad.

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