sábado, 7 de abril de 2012

PACIENCIA ,MADRE DE LA CIENCIA;HIJA DEL CORAZÓN



“Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que por otros talentos”   (Isaac Newton).
“Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza”   (Proverbio chino),
La paciencia o perseverancia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. De acuerdo con la tradición filosófica, “es la constancia valerosa que se opone al mal, y a pesar de lo que sufra el hombre no se deja dominar por él”.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo.
Paciencia también con quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de ayudarles en su formación, en su enfermedad. Hay que contar con los defectos de las personas que tratamos –muchas veces están luchando con empeño por superarlos. El discernimiento y la reflexión nos ayudará a ser pacientes, sin dejar de corregir cuando sea el momento más indicado y oportuno. Esperar un tiempo, sonreír, dar una buena contestación ante una impertinencia puede hacer que nuestras palabras lleguen al corazón de esas personas.
Paciencia con aquellos acontecimientos que llegan y que nos son contrarios: La enfermedad, el cansancio, la contrariedad, el excesivo calor o frío… los diversos infortunios que se presentan en un día corriente: El teléfono que no funciona o no deja de comunicar, el excesivo trafico que nos hace llegar tarde a una cita importante, el olvido del material del trabajo, una visita que se presenta en el momento más inoportuno. Son las adversidades, quizá no muy trascendentales, que nos llevarían a reaccionar quizá con falta de paz. En esos pequeños sucesos se ha de practicar la paciencia.
Trás éstas sabias reflexiones os dejo un interesante escrito publicado por Burai Rick Spencer y en el que habla del “Kshanti” una de las seís “Paramitas” de la tradición filosófica Budista, esto es, la paciencia, una de las seis prácticas para alcanzar paz y bienestar, las otras cinco son: Generosidad, conducta, ánimo, meditación y sabiduria.
Si nos agarra el enojo, la paciencia no se encuentra. Por eso, Shantideva dice que nos debemos entrenar en la práctica de la paciencia empezando con cosas pequeñas. Aprendiendo como practicar la paciencia a través de molestias pequeñas, nos ayuda a desarrollar la capacidad de encontrar la paciencia en frustraciones grandes.
Puesto que cualquier tarea resulta fácil
después de habernos familiarizado con ella,
debemos aprender a soportar primero los pequeños sufrimientos
para poder luego, poco a poco, aceptar los más grandes.
Por muy cierto que sea, no pienso que ese sea el beneficio más importante de la práctica de la paciencia. Dice Shantideva:
Si tengo que hacer lo que no quiero
o no se cumplen mis deseos,
siento malestar, que se convierte en el combustible
para que mi odio aumente y me perjudique.Por lo tanto, nunca permitiré que el combustible del malestar,
que aviva el odio, crezca en mi mente,
puesto que el enemigo del odio no tiene otra función
que perjudicarme.
Nuestras frustraciones son alimento para el odio y el enojo. Si podemos practicar atención plena y paciencia con esas frustraciones, podemos privar al enojo de su alimento. Si no hacemos esto, si damos comida a nuestro enojo con odio, justificación y pensamientos de venganza, esas emociones llegan a controlarnos. De hecho hay estudios científicos que muestran que experimentar el enojo reduce la inteligencia y la capacidad de hacer decisiones buenas. Apuesto que no te sorprendes. Shantideva lo reconoció y dijo:
No permitiré que nada de lo que ocurra
perturbe mi paz mental.
Si me siento insatisfecho, no podré colmar mis deseos espirituales
y mi práctica de la virtud se deteriorará.
Luego, en una parte famosa él subrayó lo inútil del enojo con un verso que me recuerda la oración de la serenidad de los alcohólicos anónimos:
Señor, concédenos serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar,
valor para cambiar las que sí podemos,
y sabiduría para discernir la diferencia.
El verso de Shantideva es:
Si algo tiene solución,
¿qué necesidad hay de preocuparse?,
y si no la tiene,
tampoco sirve de nada hacerlo.
Entonces, es importante aprender a practicar la paciencia con las cosas que nos molestan. Y sería una buena idea empezar con algo pequeño o cotidiano. Quiero hacer una meditación guiada para ver como podemos ayudarnos.
Pongámonos en una postura de meditación donde ahora ya estamos. Espalda recta, mentón un poco hacia abajo, siente el flujo de tus inhalaciones en el fondo de tu abdomen y deja que esa sensación se desvanezca con la exhalación.
  1. Ahora toma un momento para mirarte y averiguar como eres. ¿Hay tensión en alguna parte del cuerpo: los hombros, las manos, la boca, la cara, el abdomen? Tal vez hay tensión en la calidad de los pensamientos o al escuchar. Si te encuentras algo, háblale con cariño, como si fuera una persona. Dile “siento tu presencia, quizás tienes algo para decirme. Te prometo que voy a volver y te escucharé, no lo olvidaré, pero ahorita relájate”. Espera un momento y ve si es diferente.
  2. Toma una foto mental de como te sientes ahora. Voy a pedirte recordar esto más tarde.
  3. Ahora, vamos a pensar en una frustración que voy a inventar: Tienes una cita con un@ amig@ que no has visto por largo tiempo. Realmente le quieres ver, pero al salir por accidente tiras de una patada una lata de pintura. Ahora necesitas limpiar la pintura y cambiar la ropa. Llegarás tarde. Llegarías demasiado tarde para encontrar tu amig@. No hay una manera de contactarl@.
  4. ¿Cómo sientes esto? ¿Ha llegado alguna tensión al cuerpo? ¿Quieres echar la culpa a alguien? “¿Quién dejó la pintura allí?” “¿Por qué no tiene teléfono celular mi amig@?
  5. Y ahora, como magia, todo está resuelto. Un@ amig@ llega, te da ropa y zapatos limpios; te dice: “Vete y ve a tu amig@. Yo voy a limpiar todo esto.”
  6. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Se ha ido la tensión que te sentiste? ¿Se va o se queda un rato? ¿Te sientes igual sobre la reunión con tu amig@ como antes del incidente.
Intentar evitar las frustraciones sería una buena idea, pero ya sabemos que no funciona. Todos sabemos que las frustraciones van a llegar. No es posible evitarlas y hemos perdido muchos años en el intento. Ponerse enojado y buscar a alguien para echar la culpa, pueden llegar a ser hábitos que no resuelven los problemas.
La mejor manera de tratar con la frustración es acercarse y familiarizarse con ella. No dejemos de darnos cuenta como se siente la frustración para que pongamos plena atención y no lleguemos a reaccionar sin reflexión. Con el tiempo podemos soltar esos hábitos.
Este pequeño experimento está basado indirectamente en el Sutra Sobre los Cuatro Fundamentos de la Atención. Ese Sutra sugiere una serie de prácticas de la atención.
  1. Presta atención en como te sientes cuando el problema esté presente.
  2. Presta atención en como te sientes cuando el problema esté desapareciendo.
  3. Date cuenta que puedes estar cuando el problema no está presente.
  4. Presta atención en como te sientes cuando el problema esté surgiendo.
  5. Presta atención en como puedes estar libre de su control.
La quinta es muy interesante y pienso que es la clave para la práctica de kshanti paramita. Conforme desarrollamos nuestra capacidad de practicar kshanti, desarrollamos nuestra capacidad de confiar, de tener fe, de que pase lo que pase, podemos trabajar con ello. Pase lo que pase, podemos enfrentarnos a ello, podemos soportarlo, podemos hacer lo que sea llamado por cualquier situación. Y al hacer esto, podemos estar contentos porque sentimos que nada nos hace falta. No hay un remedio rápido, pero podemos confiar en que la perseverancia y la constancia son el camino sabio y que enojarse y echar la culpa no son útiles.
La perseverancia y la constancia no significan ser terc@ y rechazar cambios cuando hay que hacer cambios. La perseverancia y la constancia significan que nos quedamos cerca de nuestra experiencia y escuchamos lo que nos diga ella, en vez de apegarnos a nuestras decisiones.
Entonces la paciencia no es pasiva, sino que permite reflexión. No es reactiva, sino receptiva. La paciencia apoya a todos las otras paramitas y a la vez está apoyada por ellas.
Parece que hay una falta de paciencia en nuestro mundo. Comida rápida, remedios rápidos, toma esta, trata aquello, haz cualquier cosa para evitar la verdadera situación. Nunca esperas por nada.
Thich Nhat Hanh piensa que ni paciencia ni aguante son las palabras adecuadas para kshanti. Él prefiere “ser inclusivo.” Al principio parece algo muy diferente de la paciencia. ¿Cómo pueden ser relacionadas alguna manera las dos palabras? Thich Nhat Hanh dice que ser inclusivo es la capacidad de recibir, abrazar y transformar.
Cuando practicamos ser inclusivos, no tenemos que sufrir ni soportar, aún cuando tenemos que abrazar sufrimiento e injusticia. La otra persona dice o hace algo que nos enoja. Nos inflige alguna injusticia. Pero si nuestro corazón es suficientemente grande, no sufrimos.
La semana pasada conversé sobre algunos consejos que dio el Buda a su hijo Rahula cuando Rahula tenia 7 años. Ahora, para ilustrar kshanti paramita “como ser inclusivo”, hablaré sobre otro sutra donde el Buda aconseja a su hijo Rahula. Esta vez Rahula es mas viejo, tiene 18 años. El Buda dice a su hijo que debe de desarrollar afinidad con las cinco propiedades por medio de la meditación. Las propiedades son las de la tierra, el agua, el fuego, el viento y el espacio. En el caso de la propiedad de la tierra dice:
Rahula, desarrolla tu mente para que sea como la tierra. La gente arroja toda clase de objetos a la tierra: cosas limpias, cosas sucias, saliva, pus, orín… Y, cuando la gente arroja estos objetos a la tierra, la tierra no se disgusta con ellos. Debes, pues, ejercitar tu mente para que sea como la tierra.
Repite consejos semejantes para las otras propiedades: “… El agua no se disgusta con los objetos que lavamos… Toda clase de objetos arde entre las llamas de un fuego… El aire se lleva toda clase de objetos… El espacio no se aferra a nada y los objetos no encuentran asidero en el espacio.” Todas esas propiedades son inclusivas.
Esto me recuerda un dicho de Rumi, el gran sabio de los Sufi del siglo XIII. Él dijo:
En la generosidad sé como un río.
En la compasión, sé como el sol.
En ocultar los defectos de otros, sé como la noche.
En la ira, sé como los muertos.
En la modestia y la humildad, sé como la tierra.
En la tolerancia, sé como el mar.
Está como eres, o sé como estás.

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