jueves, 16 de junio de 2011

LA SOLEDAD COMVIERTELA EN TÚ AMIGA



Ciertamente la soledad es algo de lo que nadie está libre, en algún momento, a lo largo de su vida. Pero hay soledades que hacen crecer y soledades que enferman y matan. Por eso es tan importante saber manejarla. 
Abandono, angustia, desamparo, incomunicación, aislamiento... son muchas las palabras, pero pueden resumirse sólo en una: soledad. Hablamos de la soledad interior, la del alma, la que se puede sufrir sin necesidad de vivir en una isla desierta. Pero también de la soledad que se siente al enviudar, divorciarse, etc, o cuando un ser querido se aleja.
La soledad, pues, es una situación que a menudo no está relacionada con el aislamiento físico. Así como hay personas que, incluso viviendo entre muchos, se sienten solas, hay otras viven solas pero no se sienten así.
El problema surge de la condición esencialmente social del ser humano. Toda la vida social y afectiva se fundamenta en las relaciones conn otros. Cuando no hay contacto, van surgiendo sentimientos que pueden llegar a ser muy dolorosos y pueden convertirse en verdaderos y dramáticos traumas.
Y es que, de una o de otra manera, todo ser humano necesita abrirse, sentirse junto a alguien, tener el sentimiento de dar y de recibir amor. En una palabra: practicar su condición de persona porque el ser humano es un ser social.
Pero a veces, las circunstancias de la vida llevan a situaciones de incomunicación y de pronto la persona se encuentra rodeada de otros pero sin intercambio ni comunicación.
El que está inseguro de sí mismo va por la vida tambaleándose, y su equilibrio psíquico suele depender del grado de aceptación que tenga entre los demás. Si está aceptación no se da, o no la perciben, se siente destruido. A esta personas se les hace difícil comunicarse y a menudo toman decisiones equivocadas que terminan por sumirlas aún más en el aislamiento.
El no saber valorarse a uno mismo incita a renunciar a los propios deseos con el fin de complacer a otros o también a involucrarse en situaciones de pareja o de familia que poco tienen que ver con el amor y mucho con la inseguridad, con el buscar apoyo, creándose agobiantes lazos de dependencia.
Todo esto, a la larga, conduce a circunstancias que pueden llegar a ser muy destructivas y en casos graves, convertirse en destructivas depresiones.
Por tanto, el saber autovalorarse es fundamental para tener una psique sana, y a tal fin es necesario poseer una escala de valores propios y principios de vida con los cuales exista una plena identificación.
Cuando se vive según normas de vida y criterios ajenos, a falta de los propios, es casi inevitable sufrir la sensación de que se va por la vida caminando con un solo pie, lo que termina por enajenar y angustiar, a veces muy severamente.
En esos casos se da un proceso de “despersonalización”, es decir: la persona termina por no tener nada, ni siquiera a sí misma, lo que significa la peor de las soledades.
Por eso, el mejor remedio para la soledad está dentro de uno. Ser flexible es fundamental para no tener crisis de soledad. Las personas mentalmente rígidas, intolerantes y prejuiciosas, son incapaces de adaptarse a nuevas circunstancias, lo que conduce inevitablemente al aislamiento.
Una persona que se siente sola puede encontrar un gran alivio encontrándose con otras que están en similar situación; no hay que dejar pasar la oportunidad.

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