sábado, 18 de diciembre de 2010

DE TODO UN MUCHO

Este trabajo lo haría toda mi vida", dicen algunos. Otros, en cambio, admiten que sus tareas son por lo menos extrañas. "Mis amigos piensan que estoy loco", confiesan. En el medio, un inconsciente colectivo que enaltece o sepulta empleos según su cercanía con la diversión, el placer, el esfuerzo físico o incluso el miedo.

Una serie de casos consultados por lanacion.com buscó revelar mitos y realidades de trabajos más y menos placenteros. Mientras unos se dedican a fotografiar a las mujeres más bellas del país, otros reconstruyen cadáveres mutilados. Al mismo tiempo, tres amigos cuentan anécdotas, juegan y se ríen frente a un micrófono de 14 a 18 mientras otros pasan sus días buceando en el Riachuelo o sus noches recolectando basura en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad.




A solas con Pampita
Fernando Gutiérrez, fotógrafo, comparte sus experiencias. Se especializa en celebridades y, entre otras cosas, se dedica a fotografiar a modelos. "Mi intención no es romper el mito de que tengo el mejor trabajo del mundo, pero tampoco es como se lo imaginan", explica Fernando, a quien su rutina muchas veces lo encontró a centímetros de mujeres semidesnudas en busca de la tapa de una revista para hombres.
"Mi trabajo también tiene exigencias y presiones. A veces uno sabe que tiene que sí o sí sacar una foto que sea la tapa de una revista. En mi foto está involucrado también el trabajo de mucha gente y eso puede generar nervios", explica el fotógrafo, que sin embargo admite: "Sé que me va a jugar en contra con mi mujer, pero la verdad es que estoy muy orgulloso de lo que hago".




Bucear en el Riachuelo
En otro punto de la ciudad, bajo el agua de la cuenca del Riachuelo, miembros de la Prefectura realizan tareas de reflotamiento de viejas embarcaciones. Luego de 18 años de servicio, el prefecto Segura se enorgullece de su empleo.
Consultado sobre la posibilidad de sufrir problemas de salud a causa de la contaminación en esas pútridas aguas, Segura cuenta que jamás sufrió una infección, en gran medida porque los trajes que utiliza -denomiados "secos"-, evitan casi por completo el contacto con el agua. Sin embargo, "sí es común sufrir cortes gracias a la nula visibilidad. En el Riachuelo no hay visibilidad. Nosotros nos manejamos siempre al tacto. Es como entrar a una habitación a oscuras y empezar a tantear. Eso sí. Es una habitación muy sucia", grafica entre risas.




No sólo un maquillador de cadáveres
Daniel Caruncho es el subdirector de la Morgue de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y el presidente de la Asociación Argentina de Tanatopraxia, una técnica que se utiliza para demorar la descomposición de los cuerpos mediante una completa desinfección, preservación y reconstrucción de los cadáveres, borrando efectos de enfermedades o sufrimiento.
"Lo más duro es trabajar con criaturas", define Caruncho, de gran trayectoria en el sector. "La verdad es que a la larga unos siempre se acostumbra. Yo trabajo en esto hace 30 años y la verdad que ya vi muchas cosas", cuenta.
Muchas personas le dicen que está loco, o que ese trabajo es imposible de realizar. A eso, Caruncho contesta que "hay gente para todo. Yo no destaparía una cloaca por ejemplo. Esto tiene sus contras, pero la gente realmente te lo agradece. Hay muchos mitos.".




Charla con amigos
El sueño de muchos jóvenes es pasar todas las tardes con sus amigos entre charlas, risas, juegos, buena comida. ¡y recibir dinero a cambio! Ellos lo cumplieron. De lunes a viernes, de 14 a 18, Matías Martin, Gabriel Schultz y Cabito Massa Alcantara hacen Basta de Todo, en FM Metro.
"¡Acróbata del Cirque du Soleil!", contesta Scuhltz consultado por qué profesión elegiría en el caso de poder optar por cualquiera en el mundo. Un segundo más tarde, confiesa: "La verdad, sería éste. Cuando estudiaba periodismo esperaba poder vivir de mi profesión y tener un programa así. Cumplí el sueño."
"Es cierto que no te podés divertir las cuatro horas, los cinco días de la semana durante diez años, pero todos los días hay un momento que me saca una carcajada. Por ahí venís de un velatorio, no dormiste o estás con fiebre, pero eso no es un problema para poder hacer el programa, sino que el efecto es a la inversa. Cuando estás mal, venir acá te pone bien", agrega Matías Martin. La verdad, yo haría este programa toda mi vida. Y si pueden ser más vidas, ¡mejor!", suma Cabito.




Contra viento, marea... y basura
"La lluvia, el calor, el frío... te la tenés que aguantar acá arriba del camión", dice Mariano Pereyra, luego de dos años de recolectar la basura en el barrio de Floresta. Hay muchos compañeros que se cortan, se pinchan... en la basura hay de todo", cuenta, al tiempo que reconoce también los aspectos positivos, como los momentos en que descubre que la gente, sin querer, tiró a la basura un celular, un reloj o hasta un fajo de billetes.
"Las cosas buenas son el horario. La ventaja es que cuanto más te rompés el lomo, más temprano te vas a tu casa. Es como en todos lados. Si tenés un buen grupo de trabajo y te divertís, la pasás mejor. De lo contrario, estás todo el tiempo renegando", agrega Mariano, que levanta 15.000 kilos de basura por día en un recorrido de 240 cuadras entre las ocho de la noche y las dos de la mañana.

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