lunes, 24 de mayo de 2010

¿ ES PECADO MURMURAR?

Esta parece ser una pregunta un poco ingenua lanzada al aire, pero en realidad no lo es. Es más bien una pregunta que atañe a la convivencia social de todas las personas y que de alguna manera se deja pasar, dañando la paz social, familiar y personal, generando en todo caso más violencia que se vuelve incontrolada. De ahí que es bueno considerar este asunto a nivel de la reflexión bíblica. El relato bíblico del Evangelio de Juan empieza con una actitud poco amigable de los judíos: murmuran contra Jesús por el hecho de haber dicho:"Yo soy el pan que descendió del cielo" Ahora bien, ¿es malo murmurar? ¿qué es la murmuración? Toda murmuración es una conversación en perjuicio de una persona. Es quejarse entre dientes o en voz baja; es rajar, refunfuñar, criticar o censurar. Por último, tiene el fin de desacreditar a una persona. ¿Que es lo que pretendían los judíos con respecto a Jesús? Es preciso tomar nota que en la Biblia encontramos muchos casos de murmuraciones. Por ejemplo: el pueblo de Israel murmuró contra Moisés, Aarón y Dios en el desierto( Ex. 15:24; 16:2; Num. 16:41; 14:27); los obreros de la viña contra el padre de familia (Mt. 20:11); contra la mujer que derramó su perfume en la cabeza de Jesús (Mr. 14:5); los escribas y los fariseos contra los discípulos (Luc. 5:30); los griegos contra los judíos (Hech. 6:1). Cabe destacar que en todo momento Dios condena esta actitud negativa y lo considera malo, incorrecto, infraterno, pecado. Jesús mismo advierte a los que murmuran a que no lo sigan haciendo. Pablo, el apóstol, en su carta a los Romanos, en lo referente al listado de pecados que el hombre comete contra Dios, está la murmuración (Ro. 1:30); recomendando no seguir haciéndolo.
 
Hoy en día es común ver y oír a la gente murmurar, ya esto es parte de la rutina cotidiana entre dos personas o más. La murmuración se practica en el hogar, en el barrio, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en la televisión, la radio, los periódicos y en cualquier otra parte. Nadie pone coto a esta actitud negativa. Pero alguien seguirá preguntando, ¿qué tiene de malo la práctica de este tipo de conversación?. Bueno, consideremos lo siguiente: en primer lugar, es una ofensa a Dios, porque demostramos falta de amor a nuestro prójimo y eso no es obedecer al Señor con respecto a su mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos. En segundo lugar, se daña las relaciones personales y de grupo, originando otro tipo de actitudes negativas que conllevan a conflictos y situaciones de violencia. Muchas veces nosotros mismos nos hemos visto envueltos en esta situación: murmurar contra alguien. Nuestra sociedad actual está contaminada por el chisme, la crítica despiadada, la envidia, los rumores, la mentira, las murmuraciones. ¿Cuál es el resultado de todo esto? ¡Violencia! Pero esto no es un problema de ahora, antes también lo fue, sino consideremos esta décima de Fray Luis de León, del siglo XVI:
 
"Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!"
 
Dios quiere que vivamos en paz, en armonía, en alegría, que contagiemos de Su amor y de esperanza a la humanidad entera, que seamos instrumentos de Su paz ahí donde reine el odio y la murmuración. Israel fue castigado por Dios por murar contra él; el apóstol Pablo señala que los murmuradores no merecen vivir. Es por eso que indica que la murmuración es un pecado grave que socava la unidad y la paz. ¿Han visto o escuchado los programas de los medios de comunicación que promueven el chisme, la murmuración? ¿Se han medido sus efectos negativos? ¿Quién detiene esto? ¿Quién asume el precio del desprestigio? Pienso que como cristianos y cristianas tenemos la gran oportunidad de decir ¡Alto! a esta situación a través de nuestro buen testimonio cristiano. Debemos ser ejemplos del amor de Dios y evitar ser instrumentos del diablo quien es el que siembra en nuestros corazones una actitud infraterna. Es hora de cambiar nuestra manera de conversar y hacer las críticas necesarias, pero teniendo como ingrediente el amor. Que lo que hablemos o conversemos sea algo fructífero en favor de la dignidad humana y de la Misión de la Iglesia del Señor Jesucristo.
 
Pidamos perdón a nuestro Señor si hemos caído en falta y que nos fortalezca para seguir unidos en amor y en paz para seguir anunciándole en el lugar que nos ha tocado vivir. Amén.

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