miércoles, 26 de mayo de 2010

ACTITUD FRENTE AL MATRIMONIO

En la relación de pareja se presentan tres tipos de situaciones, en forma alternada, ya sea durante el proceso de su vida en común, ya sea a lo largo de un mismo día. Son éstas actitudes y/o comportamientos los que determinan fundamentalmente la calidad de su relación, e inciden en la fuerza o debilitamiento de su amor. Cada uno de los miembros de la pareja puede asumir ante el otro actitudes o actuaciones de: rechazo, tolerancia o aceptación, en forma inconsciente a veces, pero ojalá en forma cada vez más consciente, después de leer este artículo. El rechazo es la oposición al otro, ya sea en forma de juicio o de crítica, de pensamiento o de obra, de manera sutil y encubierta, o abierta, dura, agresiva o violenta. También es rechazo la indiferencia hacia el otro, que hace que no le demos importancia ni lo valoremos, adoptando actitudes y actuaciones de completa frialdad, sin mostrar ni inclinación ni repugnancia hacia él, sino una total indiferencia y apatía. Un esposo rechaza a su pareja de manera encubierta cuando ella le habla para contarle algo que le ocurrió en el trabajo, y él no le presta mucha atención, pero finge estar oyéndola para evitar una pelea y la juzga mentalmente, pensando que ella es demasiado charlatana y dice muchas tonterías. En cambio, una mujer puede rechazar a su pareja, abierta y duramente, cuando ante el hecho de que él se dedique a ver un programa de televisión, ella se disgusta y se va de la casa dando un portazo, sin decirle a dónde se va, ni despedirse de él. Cuando en una pareja se hace cada vez más frecuente el rechazo de una de las partes hacia la otra, o peor aún, de ambos entre sí, la relación se deteriora, y se tiende a caer en un círculo vicioso: Rechazo --- deterioro --- + rechazo ---- + deterioro Esto destruye poco a poco el amor y amenaza con acabar la relación matrimonial. El segundo tipo de reacción, la tolerancia, es menos perjudicial que el rechazo, pero no es de todas maneras la situación más deseable. Es acercarse al otro y dejar que él se aproxime a mí, interesándonos por él, pero sin mucho compromiso, sin involucrarnos a fondo ni dejarnos afectar profundamente, permaneciendo ajenos, aunque sin juzgarlo ni rechazarlo. Éste es el caso de muchas parejas que llegan a tener una relación tranquila y rutinaria, sin mayores altibajos ni disgustos, porque han logrado acomodarse mediocremente, en una convivencia pacífica de poca calidad que no les exige mayor esfuerzo, consolándose al pensar que “podrían estar peor”, o que al menos no son como sus vecinos, que pelean y se insultan todo el día, “viviendo en un infierno, mientras que nosotros no somos como ellos”. Por último, las actitudes y comportamientos más sanos, adecuados y estimulantes en un matrimonio son los de aceptación, porque llevan a una relación más feliz y gratificante; nos ayudan a crecer mutuamente y originan entre nosotros unidad, cercanía, amor e intimidad. La aceptación es ir más allá de mi propia comodidad y modos de sentir y de pensar, para comprometerme a fondo con el otro, conocerlo profundamente, valorar todo lo suyo e involucrarme personal y radicalmente hasta dejarme afectar totalmente, vibrar con él, experimentar empatía por su situación, y comprenderlo de tal manera que pueda ponerme en su lugar, viendo el mundo con los ojos de él. Acepto a mi esposo cuando, sabiendo cómo le gustan los partidos de fútbol, dejo con amor que se dedique toda una tarde a verlos por televisión y yo busco la manera de entretenerme en la casa, oyendo música, leyendo un libro interesante, para estar cerca de él y consentirlo a ratos con cariño, sintiéndonos ambos felices y en paz, creciendo en nuestra cercanía y unidad, al fortalecer de esta manera nuestra relación. El progresar en la aceptación del otro y trabajar para que entre nosotros haya cada vez menos rechazo, es uno de los senderos hacia el desarrollo como pareja y nos ayuda a encontrar el bienestar individual y común que, de otra forma no podríamos alcanzar. EJEMPLO Rosalba, como casi todas las mujeres, quisiera que su esposo, Mauricio, fuese más tierno y comunicativo con ella, y le dijera a menudo cuánto la ama, pero al no lograrlo, comienza a rechazarlo, acusándolo de ser frío e insensible, lo cual se convierte en cantaleta permanente y deteriora su relación. A medida que el rechazo de ella se hace más abierto y agresivo, él se vuelve más callado e inexpresivo, lográndose exactamente el efecto contrario. Si Rosalba lograra pasar a una situación de tolerancia, y luego de aceptación del modo de ser de su pareja, vería asombrada cómo su amor volvería a crecer, y seguramente, Mauricio empezaría a cambiar, volviéndose más cariñoso y comunicativo, al tratar de corresponder a su aceptación con la misma medida. Les aconsejamos que traten de vivir a fondo la aceptación, si quieren que su matrimonio se fortalezca y su amor crezca y perdure. Tomado del libro escrito por los autores El otro yo, Colección Ser Pareja Libros escritos por los autores Colección Ser Pareja Colección En tiempo de crisis Colección AMO para formar a los niños de 2 a 8 años en valores LIBRERÍA DIÁLOGO – BOGOTÁ D.C. 

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